domingo, 21 de junio de 2009

La rotura del envalse en Valencia, ( en los años 80).

La gota fría se forma cuando
grandes masas de aire cálido
cargadas de humedad
–producto de la fuerte evaporación
veraniega de las
aguas del Mediterráneo–
chocan con el relieve costero
y se ven forzadas a ascender,
colocándose por encima del
aire frío que procede del interior
de la península. El aire
cálido y húmedo se enfría y
se condensa, produciendo
nubes de kilómetros de altura
(cumulonimbos) que descargan
en forma de lluvia sobre
la reducida área costera. Las
lluvias son de corta duración,
pero tan intensas que pronto
desbordan los cauces y
pueden arrasar cultivos,
poblaciones y carreteras.
La gota fría es un fenómeno
habitual de los meses de
otoño en la Comunidad
Valenciana y en la Región de
Murcia. Algunos episodios
son especialmente graves,
como la gran riada que sufrió
la ciudad de Valencia el 14
de octubre de 1957 o la
rotura de la presa de Tous el
20 de octubre de 1982.

Las siete maravillas de la antiguedad representadas en pintura.

El Faro de Alejandría.


El Coloso de Rodas.

El Mausoleo de Mausolo en Halicarnaso, (Pintura de Martín Heemskerck).

Estatua de Zeus en Olimpia.

El templo de Artemisa.

Los jardines colgantes de Babilonia, (Pintura de Martín Heemskerck).

La Gran Pirámide de Giza.

Escultura de Atenea.

Información sobre la estatua de Atenea.

Atenea Partenos es el nombre de una enorme escultura criselefantina de la diosa griega Atenea, obra de Fidias. Recibía su nombre de un epíteto de la propia diosa, y estaba alojada en el Partenón, en la Acrópolis de Atenas. Se han realizado diversas réplicas y obras inspiradas en ella, tanto antiguas como modernas.
Fue la
imagen de culto más renombrada de Atenas, considerada uno de los mayores logros del escultor más aclamado de la antigua Grecia. Fidias empezó su obra alrededor del 447 a. C., Lacares retiró las láminas de oro en el 296 a. C. para pagar a sus tropas, y el bronce fue probablemente dorado más tarde. Resultó dañada por un incendio hacia el 165 a. C., pero fue reparada. Continuaba estando en el Partenón en el siglo V, cuando pudo haberse perdido en otro incendio. Un relato la menciona, sin embargo, en Constantinopla en el siglo X. La obra tuvo un gran impacto entre sus contemporáneos, hasta el punto de que dio origen a una tradición de estatuas criselefantinas, en la cual encontramos comprometido de nuevo a Fidias, con la estatua de Zeus en Olimpia, y a otros escultores, en los santuarios de los siglos V y IV a. C.

Estatua de Atlas en el palacio Linderhof.

La historia de Atlas.

En la mitología griega, Atlas o Atlante era un joven titán al que Zeus condenó a cargar sobre sus hombros con los pilares que mantenían la tierra separada de los cielos. Era hijo de Jápeto y la ninfa Clímene (en otras versiones, de Asia) y hermano de Prometeo, Epimeteo y Menecio. Higino, sin embargo, lo hace hijo de Gea y Éter o Urano, aunque el texto del Prefacio, donde hace esta afirmación, está algo corrompido. Fue el padre de las Hespérides (con Hesperis), Mera, las Híades, Calipso y las Pléyades.La etimología del nombre Atlas es incierta y sigue discutiéndose: algunos lo derivan de la raíz protoindoeuropea, mientras otros sugieren que es un nombre preindoeuropeo. Dado que las montañas Atlas están en una región habitada por bereberes, podría ser que el nombre latino tal como lo conocemos fuese tomado del bereber. De hecho, el sol es llamado a menudo ‘el ojo del cielo’ (Tit), y dado que se pone por el oeste, el océano Atlántico puede ser llamado ‘el lugar de ocultación del sol’ o Antal n Tit. Los griegos podrían haber tomado prestado este nombre para el océano, y usado más tarde su raíz atl- para formar el nombre Atlas.

Atlas fue el jefe de los Titanes en la Titanomaquia o guerra contra los olímpicos. Cuando fueron derrotados, Zeus le castigó a cargar con el peso de llevar los cielos sobre sus hombros. Se contaba que Atlas, a pesar de su superior fuerza, gemía al sujetar la bóveda celeste.
También se decía que Atlas reinó en
Arcadia hasta ser sucedido por Deimas, hijo de Dárdano (rey que fundó la casa real de Troya), pero también que gobernó el noroeste de África, donde tenía entre otras riquezas un árbol de hojas y frutas doradas. Según algunos, fueron éstas las manzanas doradas que Gea dio como regalo de bodas a Zeus y Hera.
A este reino habría ido
Perseo tras haber matado a la Medusa, donde se presentó como hijo de Zeus y pidió hospitalidad a Atlas. Pero éste, que había rodeado su huerto con murallas y puesto un dragón a vigilar su árbol dorado, recordó la profecía de Temis[1] y amenazó a Perseo, aconsejándole que se fuera. Entonces Perseo sostuvo la cabeza de Medusa ante los ojos de Atlas, convirtiéndole en una enorme piedra a la que se llamó cordillera del Atlas. Se decía de estas montañas que eran tan altas que tocaban el cielo, aunque sus árboles eran tan densos que impedían subirlas.
Sin embargo, otras versiones cuentan que
Heracles, descendiente de Perseo, engañó a Atlas para que recuperase algunas manzanas de oro del jardín de las Hespérides como parte de sus doce trabajos. Prometeo le había aconsejado que no fuese él mismo a buscarlas, sino que enviase a Atlas. Para lograrlo, Heracles se ofreció a sujetar el cielo mientras Atlas iba a buscarlas. Pero al volver, Atlas no quiso aceptar la devolución de los cielos, y dijo que él mismo llevaría las manzanas a Euristeo, el hombre que las había pedido. Heracles le engañó de nuevo, pidiéndole que sujetase el cielo un momento para que pudiera ponerse su capa como almohadilla sobre los hombros, a lo que éste accedió. Entonces Heracles tomó las manzanas y se marchó.

El rapto de Europa en pintura de Gustave Moreau (c. 1869).

El rapto de Europa.

Según la leyenda, Zeus estaba enamorado de Europa y decidió seducirla o violarla, siendo ambas versiones casi equivalentes en la mitología griega. Se transformó en un toro blanco y se mezcló con las manadas de su padre. Mientras Europa y su séquito recogían flores cerca de la playa, ella vio al toro y acarició sus costados y, viendo que era manso, terminó por subir a su lomo. Zeus aprovechó esa oportunidad y corrió al mar, nadando con ella a su espalda hasta la isla de Creta. Entonces reveló su auténtica identidad y Europa se convirtió en la primera reina de Creta. El acto amoroso tuvo lugar bajo un plátano, árbol que según la mitología debe el que sus hojas sean perennes a este acontecimiento.
Zeus le dio tres regalos:
Talos, un autómata de bronce; Laelaps, un perro que nunca soltaba a su presa; y una jabalina que nunca erraba. Más tarde Zeus recreó la forma del toro blanco en las estrellas que actualmente se conocen como la constelación Tauro. Algunas leyendas cuentan que este mismo toro fue con el que se topó Heracles, y que finalmente engendró al Minotauro.Tras llegar a Creta, Europa tuvo tres hijos, engendrados por Zeus: Minos, Radamantis y Sarpedón. Asterión, rey de Creta, se casó con ella y adoptó a sus hijos.

La historia de Perseo y Medusa e información del semidiós Perseo.

Perseo es un semidiós de la mitología griega, hijo de Dánae y Zeus.Dánae había sido encerrada por su padre, Acrisio, en una torre, para impedir que tuviera trato con un varón, ya que un oráculo había anunciado a Acrisio que moriría a manos de su nieto. Sin embargo, Zeus se metamorfoseó en lluvia de oro y consiguió acceder a la estancia de Dánae y dejarla encinta.
Dánae engendró a Perseo y, al enterarse, Acrisio los arrojó al mar en un cofre. Tras vagar durante mucho tiempo a la deriva, llegaron al reino de
Sérifos, donde fueron recogidos por Dictis, hermano del gobernante de la isla, el tirano Polidectes. Dictis fue para Perseo como un padre.La belleza de Dánae hizo que Polidectes también cayera enamorado de ella. Pensando que el joven Perseo podía ser un estorbo en sus planes intentó librarse de él mediante una estratagema. Esta consistía en hacer creer a todo el mundo que pretendía conquistar a la princesa Hipodamía. Polidectes pidió a los habitantes de la isla que le entregasen un caballo cada uno como presente para poder ofrecer como regalo a la princesa. Al no tener ningún caballo que ofrecerle, Perseo le prometió traerle la cabeza de Medusa, una de las tres Gorgonas que podía convertir en piedra a los hombres sólo con su mirada. Polidectes aceptó satisfecho el ofrecimiento, pensando que la misión era un suicidio y el joven nunca regresaría.
Sin embargo, Zeus decidió ayudar a su hijo por lo que pidió a los dioses
Atenea y Hermes que le prestaran su ayuda. Hermes le dio una hoz de acero con la que poder cortar la cabeza de Medusa mientras que Atenea le regaló un brillante escudo y le aconsejó sobre las tareas que tendría que realizar. Con el fin de encontrar el escondite de Medusa, Perseo fue en busca de las Grayas, tres ancianas que sólo tenían un mismo ojo y un mismo diente y que compartían pasándoselos una a la otra. Perseo les arrebató el ojo y el diente, obligándolas a confesar donde estaba situada la residencia de Medusa a cambio de devolvérselos.
En su camino, Perseo se encontró con las
náyades, de las que consiguió un zurrón mágico, el casco de Hades, que permitía volver invisible al que lo llevara puesto, y unas sandalias aladas. Con la ayuda de estos objetos logró introducirse en la residencia de las gorgonas. Usando el escudo como espejo logró cortar la cabeza de Medusa sin tener que mirarla. De la sangre de Medusa nació el caballo alado Pegaso y también el gigante Crisaor. Despues de aquello, Perseo salió del palacio de las gorgonas. Esteno y Euríale, hermanas inmortales de Medusa, lo buscaron, pero sin encontrarlo, ya que el casco lo volvía invisible.De vuelta a su hogar, Perseo encontró a Andrómeda encadenada a una roca, lugar donde había sido dejada por sus padres Cefeo y Casiopea para ser devorada por el monstruo marino Ceto por orden de un oráculo. Perseo se enamoró de ella y decidió liberarla, por lo que tras pedir su mano a Cefeo y Casiopea mató al monstruo con su espada o, según otras versiones, petrificando una parte del monstruo al mostrarle la cabeza de Medusa. Durante el banquete de bodas con Andrómeda, llegó Fineo, tío paterno de ésta y a la vez su prometido. Comenzó una batalla entre quienes apoyaban el enlace y los partidarios de Fineo. Al ver que su bando iba perdiendo, Perseo no tuvo más remedio que convertir en piedra a Fineo y a los que lo acompañaban con la cabeza de Medusa. Perseo y Andrómeda lograron finalmente casarse y llegaron a tener siete hijos: Perses, Alceo, Heleo, Méstor, Esténelo y Electrión, y una hija llamada Gorgófone.Luego regresa a Sérifos. Allí, Dictis y Dánae se han refugiado en un templo huyendo del acoso de Polidectes. El rey está muy ufano en su palacio pensando que se ha librado de Perseo.
Perseo se presenta ante Polidectes y ante toda su corte, pero ellos empiezan a burlarse de él, entonces, mirando hacia otro lado, saca la cabeza de Medusa y se la muestra; todos quedan petrificados con una expresión de incredulidad en sus rostros, en especial Polidectes.Perseo devuelve todos los objetos mágicos y le regala a Atenea la cabeza de Medusa, que desde ese momento ella incorpora a su escudo. Después decide regresar a
Argos.
Acrisio se entera de que su nieto viaja para encontrarse con él y pone tierra de por medio. Cuando Perseo llega, no lo encuentra. Está en un reino vecino,
Larisa, presenciando unos juegos. Perseo lo sigue. Una vez allí, los organizadores le proponen participar en los juegos. Perseo accede a participar en lanzamiento de disco. Cuando lo tira, lo hace con tan mala fortuna que golpea a Acrisio en el centro del pecho y lo mata, cumpliéndose así la profecía.
Debido a esta muerte accidental, Perseo no quiso seguir gobernando su legítimo reino, Argos. En con­secuencia, intercambió los reinos con su vecino y tío, y construyó para sí una ciudad poderosa,
Micenas, en la que vivió largo tiempo con su familia.

Escultura de Perseo con la cabeza de Medusa.

La historia e información sobre Ulises, (Cultura clásica).

Odiseo o Ulises fue uno de los héroes legendarios griegos que aparece citado por primera vez en la Cipria o Cantos Ciprios, primero de los poemas del llamado Ciclo Troyano, para después ser uno de los protagonistas de la Ilíada y finalmente el personaje central y que da nombre a la Odisea, ambas obras atribuidas a Homero, y posteriormente en muchas otras obras. Era rey de Ítaca, una de las actuales islas Jónicas, situada frente a la costa occidental de Grecia. Hijo de Laertes y Anticlea en la Odisea, o en relatos posteriores, de Sísifo y Anticlea. Era esposo de Penélope, padre de Telémaco y hermano mayor de Ctímene, que sufrieron esperándolo durante veinte años: diez de ellos los había pasado luchando en la guerra de Troya y los otros diez intentando regresar a Ítaca con una serie de problemas y obstáculos que tuvo que enfrentar.Lo más frecuente (así ocurre en Homero) es considerar a un Odiseo (en latín, Ulises) como hijo de Laertes y Anticlea, y nieto de Arcisio por parte paterna, y de Autólico, por la materna. Según esta versión, Odiseo había nacido en Ítaca, más concretamente en el monte Nérito, donde la lluvia habría sorprendido a su madre en camino. Probablemente, esta leyenda haya sido forjada para explicar su nombre, relacionándolo con la expresión κατα την οδον υσευ ο Ζευς (‘Zeus llovió sobre el camino’). Los que creen que el padre de Odiseo no era Laertes, sino Sísifo, que se habría unido a Anticlea con ocasión de una visita a Ítaca, pretenden explicar el nombre del héroe a partir de una supuesta relación con el verbo οδυσσομαι (‘ser odioso’), lo que haría referencia a que Sísifo era odiado por muchos. Quienes consideran como padre de Odiseo a Sísifo —así como la tragedia griega— ubican su nacimiento en la ciudad de Alalcómenas, en Beocia. Odiseo tenía una hermana menor llamada Ctímene.Una tradición asegura que Odiseo fue discípulo, al igual que tantos otros héroes griegos, del centauro Quirón. Lo encontramos en compañía de su abuelo materno Autólico, asistiendo en el monte Parnaso a la cacería de un jabalí que le hiere, dejándole una cicatriz en una rodilla, por la que habría de ser reconocido a su regreso a Ítaca tras la guerra de Troya; acude a Mesenia para reclamar una compensación por el robo de unas ovejas; en Lacedemonia recibe de Ífito a cambio de una espada y una lanza, el arco de Éurito, con el que habrá de matar a los pretendientes; en Éfira intenta, en vano, que Ilo le dé veneno para sus flechas, lo que consigue en Tafos de manos de Anquíalo. Al llegar a la edad viril, Laertes le entrega el reino con todas sus riquezas y Odiseo se encarga de reconstruir su casa. Rico en tierras y en ganado, adquiere fama por su hospitalidad y por su respeto a los dioses, en especial a Zeus y Atenea, diosa ésta que le habría de proteger de continuo. Acudió, atraído por la belleza de Helena, como un pretendiente más al palacio de Tindáreo pero, al darse cuenta de las escasas posibilidades que tenía de conseguirla, decidió solicitar a Penélope, hija de Icario y sobrina de Tindáreo. Para asegurarse la ayuda de éste en tal propósito, le aconsejó que obligase a todos los pretendientes de Helena a jurar que respetarían la elección de ella y que defenderían al elegido contra cualquier agravio, evitando así disputas ulteriores que podrían ser funestas para el propio rey. Este, en compensación, obtuvo para Odiseo la mano de Penélope. En algunas versiones, no obstante, se asegura que Odiseo consiguió a Penélope al vencer en una carrera pedestre.
Siendo todavía niño
Telémaco, fruto de la unión de esta pareja, se produce el rapto de Helena por parte de Paris. Se intenta que los antiguos pretendientes cumplan su juramento, emprendiendo una campaña bajo un mando único, con el fin de conseguir la reparación de tal ultraje. Para evitar la partida, Odiseo finge estar loco cuando recibe la visita de Menelao y Palamedes, que estaban reclutando a los expedicionarios. Este, sin embargo, pone en evidencia la falsedad de tal treta, lo que no habrá de perdonarle jamás el héroe. Antes de partir, aconseja a Penélope que si él muere, se case de nuevo cuando Telémaco alcance la edad viril. Odiseo interviene activamente en los preparativos de la expedición. Él conseguirá la participación de Aquiles en la empresa, como posteriormente hará con Neoptólemo. Alguna versión asegura que Odiseo acompañó a Troya a Menelao antes del inicio de las hostilidades, con el fin de pedir la devolución pacífica de Helena. También en este período desempeña ante Cíniras funciones de embajador de los Atridas.Las dos naves al frente de las que está Odiseo, quedan varadas en el centro del campamento griego ante Troya. Homero nos relata cómo Odiseo es el encargado de devolver a Criseida a su padre, el sacerdote Crises; cómo frena la desbandada del ejército griego, que no comprende una estratagema de Agamenón; cómo reduce al silencio, a base de golpes, al insolente Tersites: Con Agamenón se encarga de concertar el combate singular entre Paris y Menelao, y con Héctor mide el escenario del mismo. Cuando se reanuda el combate, Odiseo mata, vengando a su amigo Leuco, a Democoonte; en venganza por la muerte de Tlepólemo, mata a Alástor, Cromio, Alcandro, Halio, Nomeón y Prítanis; posteriormente, mata a Pitides; más tarde hallamos a Odiseo ofreciéndose para luchar en combate singular con Héctor, aunque no resulta favorecido por el sorteo. Odiseo, juntamente con Fénix y Áyax, es elegido para acudir ante Aquiles en embajada con el fin de convencerlo de que retorne al combate. Ante el fracaso de esta empresa y, tras un consejo nocturno, Odiseo y Diomedes son comisionados para una misión de espionaje en territorio enemigo, en el curso de la cual matan a Dolón. Tras dar muerte también a Reso, se apoderan de sus caballos antes de que bebiesen del río Janto. En el transcurso del combate que se suscita al día siguiente, Odiseo mata a Molión, Hipódamo, Deyopites, Toón, Énnomo, Quersidamante, Cárope y, por último, Soco, quien lo había herido anteriormente. Ayudado por Áyax y Menelao, consigue retirarse del combate y, todavía herido, asiste a la asamblea. Será Odiseo quien aconseje calma a Aquiles, impaciente por vengar la muerte de su amigo Patroclo, indicándole la conveniencia de que el ejército descanse y recobre fuerzas con la comida.
En los juegos fúnebres en honor de Patroclo, Odiseo iguala en la lucha con Áyax, obteniendo el mismo premio ambos, al suspender el combate Aquiles, al temer por la vida de los
héroes. En la carrera, con la ayuda de Atenea, que hace caer a Áyax el Menor, consigue ganar Odiseo, obteniendo como premio una crátera de plata.
Por noticias posteriores a la Ilíada, sabemos que Odiseo es herido en torno a la lucha que se entabla en torno al cadáver de Aquiles, y que es él quien obtiene frente a
Áyax las armas del héroe muerto. En estos relatos pasa Odiseo a desempeñar un papel principal. Él es quien captura al vidente Héleno, arrancándole el secreto de que Troya no será conquistada sin el concurso de las flechas de Heracles. Sabedor de que tales armas estaban en poder de Filoctetes, quien por consejo suyo había sido abandonado en la isla de Lemnos tras haber sido mordido por una serpiente, consiguió su colaboración desplazándose allí en compañía de Diomedes o de Neoptólemo. Junto con Diomedes entra en Troya disfrazado de mendigo, y consigue robar el Paladio, imagen de Atenea que aseguraba la inexpugnabilidad de la ciudad en tanto estuviese ella dentro. A él, en fin, se le atribuye la idea de construir el caballo de madera en cuyo interior se alojaron treinta guerreros escogidos, mientras los demás simulaban poner fin al asedio, lo que habría de motivar la caída de Troya. A la hora del reparto del botín, a Odiseo le correspondió Hécuba.Odiseo pasó veinte años fuera de Ítaca: los diez que duró la guerra de Troya y otros diez años que transcurrieron desde el fin de la guerra hasta su llegada a Ítaca.
Tras partir de Troya, inició el viaje de regreso anclando en el país de los
cicones donde saquearon a la ciudad y se llevaron mujeres y bienes como botín. A continuación estuvo en el país de los Lotófagos. Luego estuvo en la isla de los Cíclopes, donde se atrajo la cólera de Poseidón tras dejar ciego al hijo de este dios, Polifemo, quien se comió a alguno de sus compañeros. A continuación llegó a la isla de Eolo, al país de los Lestrigones y a la isla de Circe. Realizó una evocación de los muertos en el país de los Cimerios, donde llegó a conversar con las almas de su madre Anticlea, Heracles, Agamenón y Aquiles, entre otros, y con el adivino ciego Tiresias quien le señaló la peligrosa ruta que debía tomar para retornar a Ítaca. Pasó junto a la isla de las Sirenas y atravesó el peligroso estrecho entre Escila y Caribdis. Tras haber perdido a todos sus compañeros, quienes, a pesar de la advertencia de Tiresias, comieron las vacas que pertenecían al dios Helios y fueron muertos en el océano por Zeus, fue cuando llegó a la isla de Calipso, donde permaneció con ella durante varios años.En la Odisea no se cuenta cronológicamente. Empieza narrándose desde este momento en que está en Ogigia, prisionero de la ninfa Calipso que quería que fuera su esposo.
Atenea le pide a Zeus la liberación del sufrido héroe. Éste accede a la petición y le pide a Hermes que le envíe un mensaje a Calipso, diciéndole que el destino de Odiseo no era yacer lejos de su hogar, sino que debía volver a reunirse con los suyos. Es entonces cuando llega al país de los
Feacios y es conducido por la princesa Nausícaa a presencia de su padre Alcínoo, que finalmente pone a su disposición una nave para que llegue a Ítaca.
Ya en Ítaca, comprueba que su palacio se halla invadido por un numeroso grupo de pretendientes que trataban de casarse con su esposa Penélope y mientras consumían los bienes del palacio. Odiseo accede al palacio disfrazado de mendigo y con ayuda de su hijo
Telémaco y del viejo porquerizo Eumeo y del boyero Filetio mata a todos los pretendientes, que son hijos de las mejores familias de Ítaca.
Cuando los padres de los pretendientes muertos pretenden cobrarse venganza en Odiseo y Telémaco, y el viejo Laertes, mata de una lanzada a Eupites, padre de Antinóo, interviene Palas Atenea para poner fin a la lucha y por consejo de Zeus hace que "se olvide la matanza de los hijos y de los hermanos, ámense los unos a los otros, como anteriormente y haya paz y riqueza en gran abundancia". Orden que Odiseo, "muy alegre en su ánimo" cumplió con gusto.

Conquista de Tiro por Alejandro Magno,(Cultura clásica).

En esa época, Tiro era la más importante ciudad-estado fenicia, con cerca de 40,000 habitantes, y estaba dividida en dos partes: la Ciudad Nueva o isla de Tiro, situada en un islote a 800 metros de la costa y la Ciudad Vieja o Tiro continental, situada a orillas del litoral.
La isla de Tiro estaba rodeada por unas formidables murallas que llegaban a alcanzar los 45 metros de altura en la zona frente a la costa, además poseía 2 puertos, denominados el Puerto Egipcio (situado al norte) y el Puerto de Sidón (situado al sur) y estaba unida al pequeño Islote de Melkart, donde estaba situado el templo de Melkart, la deidad más importante de Tiro .El primer gran asedio de Tiro fue hecho por las tropas babilónicas del rey Nabucodonosor II quienes tuvieron que esperar 13 años para firmar la paz con la ciudad en 574 a.C.; en este tiempo, no pudieron con la pequeña isla, la cual luego se fortificó cada vez más hasta hacerse casi invencible.
Ya en la época de Alejandro Magno, la flota de Tiro estaba en mejor situación que la que apoyaba a los macedonios y abastecía a la isla de suministros que venían desde Cartago, por lo que los tirios se consideraron invulnerables. Por otra parte, el rey tirio estaba ausente, pues estaba al servicio de la flota persa.
Alejandro Magno venía desde Sidón y antes de ingresar a Tiro, recibió la bienvenida de los generales tirios, lo que hizo sospechar al macedonio, quien les hizo saber que deseaba entrar y ofrecer un sacrificio en el Templo de Melkart - Hércules que se encontraba en la isla, lo que le fue negado pues los tirios no querían que entrasen ni persas ni macedonios en su templo mientras los problemas entre Alejandro Magno y Dario no estuvieran zanjados, hecho que no le gustó para nada al macedonio. Una segunda embajada tuvo menos éxito pues sus miembros fueron asesinados al ser arrojados desde lo alto de las murallas, por lo que
Alejandro Magno se empecinó en lograr lo que los babilonios no pudieron, la conquista de la isla.
Alejandro Magno sabía que este objetivo era necesario si quería asegurar el dominio sobre la costa mediterránea, lo que le permitiría marchar hacia el oriente sin el temor a que los persas llevaran la guerra a
Grecia. El asedio a la isla duró aproximadamente 7 meses (de enero a agosto de 332 a. C.).Tiro controlaba el mar con su flota y la única manera de aproximarse a la isla era atravesándola, labor que Alejandro Magno no podía realizar puesto que su armada se encontraba muy lejos. Así pues, reunió a sus ingenieros, a la cabeza de los cuales se encontraba el genial Diadés de Larisa y decidió que la mejor manera de asaltar Tiro era construyendo un espigón de tierra y piedra que uniese la isla con tierra firme.
Alejandro Magno fue un soberano cultivado e inteligente, que siempre leía los manuscritos de los historiadores antiguos para aprender de ellos y aplicar sus conocimientos a los retos que se presentaban ante su vida bélica. Al iniciar la empresa asiática, había estudiado atentamente los textos de Jenofonte y, al encontrarse ante Tiro, supo aprovechar a la perfección las anotaciones históricas que el siciliano Filisto había hecho sobre las campañas militares de Dioniso de Siracusa, quien durante sus campañas militares contra los cartagineses se había topado con una ciudad muy similar a Tiro. Se trataba de Motia, un enclave situado en una pequeña isla, la cual tomó uniéndola a Sicilia mediante una gran lengua de tierra que construyeron cientos de auxiliares.
Alejandro Magno se procuró miles de auxiliares civiles y comenzaron las labores de construcción; para ello, se demolió por completo la Ciudad Vieja de Tiro, arrojando las toneladas de escombros al mar. Los ingenieros clavaron altas estacas de madera en el lecho marino, que tenía poca profundidad, y las unieron con tablas, delimitando los bordes del espigón que uniría el continente con la isla. En un principio, los tirios observaron las obras de ingeniería con escepticismo, puesto que habían resistido 13 años de asedio babilonio, pero el rey babilonio no era Alejandro Magno, quién estaba dispuesto a tomar la isla costara lo que costara.
La lengua de tierra comenzó a avanzar y los tirios realizaron las primeras maniobras para combatirlo. En primer lugar, mandaron nadadores expertos, quienes ataban pequeñas embarcaciones a remo a las estacas, arrastrándolas hacia el mar. Asimismo, hacían salidas con sus barcos y acribillaban con flechas y dardos a los trabajadores.
Alejandro Magno ordenó proteger a los operarios con mamparas de pieles y madera, entonces los habitantes de Tiro montaron catapultas y balistas en el adarve de las murallas y comenzaron a arrojar todo tipo de proyectiles contra las obras, por lo que el rey macedonio volvió a responder construyendo dos torres de asedio en la parte frontal del dique las cuales, armadas con catapultas, batirían las murallas y tratarían de impedir que los tirios continuasen acribillando a los trabajadores. Pero los ciudadanos de Tiro eran tan incorregibles como perseverantes, cargaron un barco de transporte de caballos, un navío enorme, con azufre, brea, pez… todo lo inflamable que encontraron y lo lastraron de popa, para que la proa sobresaliese del agua. Lo remolcaron con dos trirremes y lo arrojaron contra la punta del espigón. El brulote, con la proa elevada, se montó sobre el dique y, entonces, una nube de flechas incendiarias lanzadas desde las murallas de la ciudad incendió el barco inflamable, cuyo fuego devoró las dos torres y gran parte de las estacas que delimitaban los laterales del espigón. Al día siguiente, una enorme tormenta terminó por destruir lo que quedaba de las obras de ingeniería. La alegría de los tirios era máxima, su ciudad seguía siendo invulnerable, nadie podría tomarla con la fuerza de las armas.
Alejandro Magno, que se encontraba sometiendo a rebeldes, volvió a Tiro y observó desolado la destrucción del espigón. Construiría un nuevo espigón; esta vez, más ancho aún y tomaría el control del mar. Mientras los trabajadores comenzaban la nueva construcción al norte de la vieja, protegida de los vientos del sur, Alejandro Magno partió a reclamar el servicio de las flotas de Chipre, Sidón, Biblos y Arados, a las que se sumaron los trirremes de otras ciudades, así como un único barco natural de Macedonia que, sumado a una armada de 200 barcos, avanzaron hasta Tiro. La flota tiria, emprendió una pequeña escaramuza contra la armada macedonia, pero tras la pérdida de varias naves, se resguardó en los puertos. Alejandro había conseguido bloquear a Tiro, por lo que ya no podrían llegar suministros por mar. Si no eran las espadas quienes rendían Tiro, lo serían el hambre y la sed.
Con la nueva situación naval, los tirios dependían de
Cartago, a quien habían solicitado auxilio previendo una situación así, pero no sabían si la ayuda llegaría hasta que los barcos cartagineses aparecieran en el horizonte.
Los macedonios colocaron torres a lo largo del nuevo espigón y protegieron los laterales con mamparas fijas, pero el ingenio de los isleños no cesaba, los barcos que protegían el espigón estaban anclados al fondo del mar y carecían de remeros, sólo tenían las tripulaciones de combate, los tirios blindaron algunos de sus barcos y los lanzaron contra las embarcaciones de defensa, cortaron las cuerdas de las anclas y los encallaron en la costa. El caudillo heleno respondió blindando barcos propios y utilizándolos en la defensa de los que protegían el dique. Parecía que los habitantes de
Tiro se adelantaban a todos los movimientos del macedonio, quién debía estar actuando continuamente a la defensiva.
Los isleños comprendieron que pronto morirían de sed y hambre si toda la población permanecía en la ciudad, así que cargaron a varios miles de personas en sus barcos y, aprovechando un descuido de la flota que bloqueaba los puertos, las evacuaron hacia
Cartago, deshaciéndose también de muchos de sus barcos de guerra.Los ingenieros macedonios montaron grandes torres de asedio en parejas de quadrirremes, que anclaban en el mar, y disparaban con catapultas alojadas en las torres flotantes contra las murallas. Una nueva invención salió de las murallas tirias, esta vez se trataba de unas máquinas que lanzaban grandes troncos contra las torres, desestabilizándolas y causándolas grandes daños. El rey ordenó que las torres batieran las murallas desde más cerca, protegiéndolas del tiro parabólico de las máquinas. Los de Tiro respondieron arrojando grandes piedras al mar, que impedían a las torres acercarse. Entonces, la armada macedonia ató las piedras con gruesas sogas, y las arrastró lejos de la costa con la fuerza de los remos. Buceadores tirios con dagas cortaron las cuerdas. Alejandro respondió sustituyendo cuerdas por cadenas. Las máquinas pudieron batir las murallas desde cerca, pero los defensores colgaron grandes sacos llenos de algas para amortiguar el impacto de los proyectiles. Los habitantes de Tiro se defendían con unas energías que Alejandro Magno no había visto nunca, los admiraba y a la vez sentía una enorme frustración por el enorme retraso que le estaba causando aquella pequeña isla. Por fin la construcción del dique terminó. Se cubrió con mantillo apelmazado y después se pavimentó. Las enormes máquinas de asedio construidas por Diadés de Larisa y sus ingenieros fueron desplazadas por el pavimento y comenzaron a golpear las murallas. Diadés era un ingeniero diestro en el diseño y construcción de máquinas de asedio. Ya había sido ingeniero del padre de Alejandro y había sido él quién había diseñado las máquinas que habían reducido a polvo las murallas de la inexpugnable Perinto. Pero aún quedaban más sorpresas. Largas picas terminadas en afiladas cuchillas colgaban desde las torres de la ciudad, cortando las cuerdas que sostenían los arietes, haciendo caer sus cabezas contra el empedrado. Se respondió techando las estructuras de los arietes con madera hasta las murallas, pero los defensores consiguieron colar sogas con lazos y elevar las cabezas de los arietes. Se protegieron aún más los arietes y las murallas comenzaron a ceder. La situación era desesperada para los tirios. Todo el ingenio del que disponían se utilizó en la defensa. Calentaron arena de playa en enormes escudos de bronce y comenzaron a verterla sobre lo servidores de los arietes y los soldados. La arena se colaba entre las armaduras y las vestiduras, abrasando la piel de los macedonios. Simultáneamente elevaron la altura de sus murallas con planchas de madera. Los arietes y algunas torres de asedio flotantes desmoronaron parte de las murallas, por lo que Alejandro Magno ordenó un primer ataque en el sector del espigón. Desde lo alto de las torres de asedio se abrirían grandes compuertas que dejarían a los hombres sobre el adarve de las murallas. El ataque comenzó. Las torres dejaron caer sus compuertas, pero grandes tridentes surgidos de lo alto de las murallas las sostuvieron en lo alto, sin permitir que cayesen sobre las almenas. Además, los tirios lanzaron grandes redes de pesca con lastres, que capturaban y despeñaban a los macedonios desde lo alto de las torres. Un segundo ataque en un sector de la muralla muy dañado por las torres flotantes también fracasó. El rey de Macedonia ordenó que se batiera con especial intensidad el sector que los barcos habían demolido y poco después lideró él mismo, en persona, un tercer ataque. Pero esta vez tomaría mayores precauciones. Ordenó que se produjeran ataques simultáneos a ambos puertos y que desde el dique se intentase otro asalto. Conseguiría aturdir, saturar y dispersar a los defensores. Volvieron a atacar, con el rey a la cabeza. Esta vez lograron consolidarse en la muralla. Dos barcos cargados de hipaspistas y pezhetairoi habían desembarcado con él y redujeron a los defensores tirios. Rápidamente la flota atacó los dos puertos de Tiro con un renovado esfuerzo y en el puerto sur desembarcaron más soldados. La ciudad estaba a merced de los macedonios. Los heraldos de Macedonia comenzaron a anunciar por las calles que la vida de aquellos que se resguardasen en los templos sería respetada, pero pocos hombres tirios decidieron hacer caso. Resistieron en cada calle, cada esquina, cada plaza y cada rincón de la ciudad, siendo masacrados por las expertas tropas helenas. Los últimos defensores murieron en el Agenorium, un templo dedicado al fundador mítico de la ciudad. La mayor parte de los supervivientes, entre los que se encontraba una embajada cartaginesa y numerosos peregrinos, se habían resguardado en el Templo de Melkart, y sus vidas fueron respetadas.El asedio de Tiro fue tan sangriento como desconocido. Sólo murieron 800 macedonios, frente a los 8.000 tirios que perdieron la vida en la defensa de su ciudad, 2.000 tirios fueron crucificados a lo largo de kilómetros de playa y 30.000 ciudadanos y extranjeros fueron convertidos en esclavos, sin embargo, varios miles de tirios fueron recogidos y escondidos por la armada de la vecina ciudad Sidón.
Cuando los gritos y chillidos se ahogaron en la ciudad,
Alejandro Magno acudió al Templo de Melkart a rendir el sacrificio al dios. Se dice que le ofreció la máquina de asedio que terminó por derruir el sector de la muralla desde donde penetraron los macedonios.
Alejandro Magno se había retrasado más de 7 meses en su camino a Egipto para tomar la pequeña isla. Si bien, el ejemplo de Tiro sirvió desde entonces para el resto de ciudades, nada podría frenar el arrollador avance del autoproclamado Hijo de Zeus.